Ataraxia
Descripción de la publicación.
9/30/20242 min leer


Como ya de muchos es sabido, soy una amante declarada de las palabras en general, y de las raras o diferentes en particular. Esta palabreja que os traigo hoy volvió a presentarse ante mí ayer, en uno de los episodios de Merlí, la serie que estoy viendo (muy recomendable). Así que decidí que hoy le dedicaría este post.
Ataraxia es una palabra de origen griego, que vendría a significar “ausencia de turbación”. Algunos movimientos y filosofías defienden que si se disminuye la intensidad de los deseos nos fortaleceríamos frente a las adversidades, y así alcanzaríamos la felicidad. Básicamente vendrían a decir que si fuéramos imperturbables, seríamos más felices, un “ni siente ni padece”.
A priori podría estar de acuerdo, porque si dejásemos de sufrir y de desear, nos frustraríamos menos y seríamos más felices, ¿no creéis? Pensemos en situaciones cotidianas que nos hubieran ido mejor si sintiéramos ataraxia.
Aquel jefe malo que te humilla. Sí, todavía queda alguno de este tipo, por desgracia. Te hace sentir que no vales nada, te grita y te ridiculiza. Te marchas a casa llorando de rabia e impotencia. Si hubieras sentido ataraxia, te hubiera resbalado todo lo que ese individuo pudiera decirte.
Aquel noviete con el que andabas tan ilusionada. Un día descubres que te engaña y sientes que no vas a superarlo nunca. Ataraxia, ¿dónde estabas en aquel momento decisivo en mi vida?
Tu mejor amiga te ha traicionado, ha ido contando algo muy íntimo sobre tí. Sientes rabia, ira y tristeza. De nuevo hubiera ayudado un poco de ataraxia.
Y así innumerables situaciones que vivimos cada día y varias veces. Pero la verdad es que para mí la ataraxia tiene más de negativo que de positivo.
Yo prefiero llorar cuando me siento triste, reir cuando estoy feliz y gritar cuando me enfado. Cierto es que hay momentos tan duros que desearías no sentir nada, mostrarte indiferente. Soy una persona sensible, demasiado incluso, y una pequeña dosis de ataraxia a veces no me iría mal, os lo aseguro. Pero como no se puede administrar, corres el riesgo de volverte conformista. Porque si nada te afecta, si todo te da igual, no lucharás por nada ni por nadie. Y de esa manera la vida no vale la pena.
Me quedo con la sensación de cosquilleo en la barriga cuando piensas en la persona que amas y del corazón acelerado cuando estás junto a ella. Me quedo con las noches en vela junto a una amiga, llorando y riendo, confesando secretos inconfesables. Me quedo con la tristeza y llanto cuando se marcha un ser querido. Me quedo con las risas descontroladas con la familia o los amigos. Me quedo con el mal rato ante los gritos del mal jefe pero solo ese momento, después lo aparto de un manotazo y me olvido. Me quedo con los nervios ante decisiones importantes.
Yo creo que la felicidad se consigue precisamente sintiendo, no dejando de hacerlo. Los deseos, las alegrías y decepciones te ayudan a crecer y a hacerte más fuerte. ¿Por qué renunciar a ellos? No seamos imperturbables, todo lo contrario, que nos perturbe la vida y todo lo que hay en ella.
Porque la vida es eso, sentimiento en estado puro. Ataraxia, gracias, pero no.
Carpe Diem
NOTA: Existe “Ataraxia”, canción de La Casa Azul.
(Escrito el 09/12/2020)
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