Inefable

12/18/20242 min leer

Al pensar en esta palabra tan mágica lo primero que se me viene a la cabeza es la vida, la fe y el amor. Así que los colocaría en los tres primeros puestos de un podio, otorgando a cada uno de ellos el oro, la plata y el bronce, respectivamente. Sin embargo, estos tres primeros puestos pueden, quizá, ir variando entre ellos.

La vida es por sí sola un misterio, desde que empieza hasta que finaliza, ofreciéndonos en todo su recorrido situaciones y vivencias inefables. Alguno de sus sinónimos son indescriptible o inexplicable, pero si le tuviera que dar yo uno sería, sin duda: Vida.

¿Qué hay más imposible de explicar con palabras que el significado de la vida? Irremediablemente, justo al lado deberíamos escribir muerte, que sería lo que vendría a continuación, e inefable de igual manera. Dado que todo lo podemos englobar dentro del marco de la vida, es esta mi inefable con medalla de oro.

La fe es algo tan abstracto, intocable e incomparable, que resulta totalmente inefable, incapaz de ser aclarada o justificada ante alguien que no la posea. Una inefabilidad evidente es la relación que tienen los creyentes con su dios. No lo conocen, no lo ven, no lo oyen, pero lo sienten y creen en él. Eso es simple y llanamente inefable. Y como la fe forma parte de la vida, o incluso podría considerarse una forma de vida, le concedo la medalla de plata.

En el tercer puesto situaría al amor, no por menos importante, sino por otra razón. Yo pienso que el amor es intrínseco a la vida y a la fe:

  • Por un lado, la vida es amor y el amor es vida.

  • Por otro lado, el amor implica llevar a cabo actos de fe, porque cuando amamos nos lanzamos al vacío, a un abismo de cariño y afecto, sin paracaídas, solo con una mochila cargada de confianza ciega. ¿No trata de eso la fe?

El amor es otro modelo evidente de inefable. ¿Cómo expresarle a esa persona hasta qué punto la amas? Tanto las palabras como los gestos se quedan cortos, son insuficientes.

Visualizaos, por ejemplo, como madres mirando a vuestros hijos... no es necesario nada más, ¿verdad? Inefabilidad en estado puro. Porque inefables son las caricias de esas manitas, su risa o lo que se siente cuando escuchas por primera vez mamá o papá de sus pequeños labios.

Estamos enamorados, hablamos mucho, nos declaramos de millones de maneras diferentes, usamos todas las palabras de amor existentes en el diccionario, pero todo nos parece poco. Sin embargo, cuando dos personas enamoradas se miran a los ojos… Inefabilidad. Porque inefables son sus besos, su sonrisa y sus caricias.

Un buen aliado, por tanto, de la inefabilidad, son las miradas. Estas si que no engañan y suelen manifestar más y mejor, sin necesidad siquiera de hablar.

Pero inefables también pueden ser un paisaje, la alegría, la felicidad o la satisfacción.

Para finalizar el relato de hoy me gustaría aprovechar para ligar dos palabras mágicas preciosas. ¿Os acordáis de aquel accidente afortunado llamado serendipia?

Vamos allá:

"Conocerte fue una serendipia inefable” o “tú, mi inefable amor serendipia"

Inefable es lo que siente mi corazón al verte o al oír tu voz. Siempre.

CARPE DIEM

(Escrito el 23/12/2020)