Iridiscencia
12/30/20242 min leer


Estamos rodeados por multitud de efectos ópticos, unos más tristes que otros, unos más coloridos que otros. La iridiscencia es el que aparece debido a la interferencia de ondas de luz. El término proviene de la palabra griega «iris», que significa luz, y su característica principal es el cambio de colores según el punto de vista del espectador.
Este año, que ha sido más bien oscuro, ha dejado pinceladas de color, que a veces no hemos sido capaces de reconocer. Sobre ese fondo negro ha resaltado, en ocasiones, la iridiscencia. Porque es en la oscuridad precisamente donde la luz brilla más y los colores resplandecen. Aún así, nos ha invadido la ofuscación y la confusión.
En cualquier lugar y en cualquier detalle, si nos fijamos bien, podemos apreciar diferentes colores, definiéndose poco a poco una bella iridiscencia. Quizá el objeto con esta cualidad por excelencia sea el caleidoscopio, pero hay muchos más. Incluso el vapor de una taza de té o de café, las burbujas de jabón, las plumas de un pajarillo, una gota de agua o las nubes pueden ser iridiscentes.
No solo la palabra es mágica, sino su efecto.
Y fascinante es también la suerte que tenemos algunos de rodearnos de gente iridiscente. Hay personas que parecen estar impregnadas de gris, de angustia, de temor y de apatía. Pero hay otras que chorrean optimismo, ilusión, fuerza y alegría por todos los poros de su piel. Estas son personas iridiscentes en estado puro, que brillan por sí solas.
En la infinita paleta de colores que nos ofrece la vida, todos ellos son necesarios, porque cuando se mezclan en interminables combinaciones, dan lugar a tonos y matices espectaculares. Sin la oscuridad no apreciamos la luz, sin las tristezas no disfrutamos las alegrías, sin el desamor no entendemos el amor y sin las decepciones no valoramos la lealtad.
En el mundo animal se juega mucho con la iridiscencia, como si de un lenguaje secreto se tratase. Son seres irracionales, sin inteligencia, que se mueven por impulsos… y debo decir que esta manera de comunicarse y prevenirse ante posibles peligros, a través de los colores, me parece, si no racional, muy útil e ingeniosa. Nosotros deberíamos seguir su ejemplo y aplicarlo con un fin común. Tenemos la habilidad y la capacidad de crear tornasoles, reflejos de optimismo y esperanza, porque todo va a depender del ángulo de visión.
Convirtámonos en seres iridiscentes, utilizando este fenómeno, cual hechizo o encantamiento, para conseguir un efecto reparador. Esta vez han sido pinceladas tenues de color , intentando hacerse más fuertes. Poco a poco se abrirán paso entre las tinieblas y lo conseguirán… lo conseguiremos.
El resultado de la iridiscencia es un colosal arcoíris de incalculable belleza.
Hemos vagado mucho entre sombras, es hora de salir a la luz. Abre el armario, saca de la percha el traje iridiscente de tu arcoíris particular y póntelo… a ver qué pasa.
CARPE DIEM
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