La llave del corazón
11/4/20242 min leer


En muchas películas de miedo o intriga suele aparecer una habitación en la planta de arriba, en un ático o desván, que se encuentra cerrada a cal y canto, con un cerrojo oxidado por el paso del tiempo. Además se le advierte al protagonista que no se acerque, pero las personas somos curiosas por naturaleza y siempre tenemos ese impulso de querer saber la verdad que allí se oculta.
Y así también ocurre en la vida real y no solo en la ficción. Tenemos la necesidad de saber, de indagar en el pasado e investigar sobre el futuro. A veces debemos cerrar puertas para abrir otras. Y a mí me parece algo bueno si estamos dispuestos a descubrir cosas que quizá no siempre nos agraden. Pero de eso se trata, de arriesgar, de afrontar y por qué no, de disfrutar.
Yo soy de la opinión de que el saber, a parte de que no ocupa lugar, es poder, valentía y liberación. La ignorancia o el desconocimiento nos privan de muchas oportunidades y vivencias. En ocasiones incluso no se trata solo de saber sino de recordar precisamente todo aquello que por algún motivo encerramos bajo llave y candado en nuestra mente.
Me encanta la siguiente cita de Platón donde dice: "Adquirir conocimiento consiste en recordar lo que el alma sabía cuando habitaba en el mundo inteligible de las ideas antes de caer al mundo sensible y quedar encerrada en el cuerpo. Así, la teoría de la reminiscencia está ligada a la diferencia platónica entre el cuerpo y el alma”.
¿Cuerpo y alma enfrentados tal y como decía el filósofo? No sé la respuesta correcta pero yo pienso que el saber necesita tanto al cuerpo como al alma para alojarse y desarrollarse.
La vida a veces parece un largometraje o una novela donde somos uno de sus personajes que en algún momento se encuentra ante una puerta cerrada con un cerrojo más o menos oxidado. Solo es posible desbloquearlo con la llave que tenemos en nuestro corazón. Y así, parados frente a ella, debemos tomar la decisión de abrir o no para enfrentarnos a la verdad.
Como amante de las películas de miedo e intriga siempre espero ese momento en el que el protagonista abra la puerta prohibida.
Y yo, como personaje principal de mi vida, elijo abrir todos los candados que se me presenten para afrontar y gestionar todo siempre con veracidad. Eso sí, primero me asomo por el ojo de la cerradura…
Carpe Diem
(Escrito el 30/11/2022)
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