Melifluo
11/11/20242 min leer


Emulando al filósofo José Ortega y Gasset con su famosa frase: «Yo soy yo y mi circunstancia», aquí me planto ahora con mi «yo soy yo y mis palabrejas».
Hoy os traigo «melifluo», del que existen dos acepciones: La primera es que contiene miel o alguna de sus características y, la segunda, se refiere al de carácter dulce, suave o amable. Y en exceso, incluso, por lo que suele usarse en sentido peyorativo (curiosa palabra también).
No deja de sorprenderme lo rico que es nuestro vocabulario y el poco provecho que le sacamos en general. Ahora que me zambullo más entre letras, cosa que me apasiona, soy más consciente de lo poco explotado que está nuestro lenguaje. Existen palabras tan alucinantes que me quedo admirada, por no decir flipada.
Pero es verdad que si me pongo a pensar en mi entorno, empezando por mí misma, no me imagino utilizando palabras como serendipia, ataraxia o melifluo. Nuestras carcajadas podrían escucharse a unos cuantos kilómetros de distancia y nuestras caras serían un verdadero poema, como si las viera. Porque nosotros somos más básicos, llanos y burdos en ocasiones. De conversaciones más coloquiales, en definitiva. Y no es malo, pero molaría usar de vez en cuando algún término más complejo. Las risas estarían aseguradas y de paso aprenderíamos, no está tan mal.
Veamos un ejemplo, pongámonos en situación: Se trata de una conversación entre dos amigos adolescentes, mientras están tomando algo. Uno de ellos está pasando un mal momento con su pareja.
— Qué tal ayer con tu chica? ¿Pudisteis arreglarlo?
— Qué va, la tía no se baja del burro. Dice que no hay nada que hacer. Más cabezona... Y ni se inmuta, parece que está «ataráxica» perdida.
— Ya te digo, ni siente ni padece. ¿Es que ya no te quiere o qué?
— Ya empiezo a dudarlo, y eso que le he hablado en todo momento con un tono «melifluo» para que se ablandara y me perdonase. Pero nada, tío. Ni por esas.
— Pues mira que era ella la que estaba loquita por ti, con el rollo ese de que tú eras su «amor serendipia» y bla bla bla. ¿Dónde ha quedado todo eso ahora?
— Es verdad. Y encima, antes de irse, me dije muy chula: «Va, tío, Carpe Diem, olvídame y sigue tu camino.»
— ¿En serio? pues que le den entonces. Haz lo que te dice de una vez y pasa de ella.
Espero haber sacado alguna sonrisa entre los lectores de este relato, un tanto “ido de olla”. Se muestran mezclados el lenguaje usado de manera habitual en las calles con otro más refinado. Puede que el resultado sea extraño, singular y hasta estrambótico, pero, ¿quién no lo es en ocasiones? A mí me parece fascinante. La normalidad suele ser aburrida, lo diferente o raro mola mucho. Y, al final, todo es conocimiento, muy útil y completamente necesario.
Carpe Diem
Escribir Infinito
Descubre libros y productos literarios únicos.
Contacto
monteromarta11@gmail.com
+34 657337160
© 2024. Todos los derechos reservados