Memento mori

10/25/20242 min leer

Mi relato de hoy es uno de los más difíciles de escribir. Llevo días sentada delante del ordenador intentando encontrar las palabras adecuadas para conformar un texto que describa de la manera más adecuada lo que quiero expresar en él.

La muerte sigue siendo una realidad que no sabemos gestionar y solo nombrarla nos provoca, en muchos casos, ansiedad y también me atrevo a añadir, miedo. Y lo cierto es que existe y todos vamos a llegar a ella. A veces me pregunto si no debería haber una asignatura al respecto... pero esto ya sería otro debate.

Carpe diem versus Memento mori, esa fue nuestra última conversación, amigo. Quién nos iba a decir que apenas unas horas después de aquella charla tan interesante, incluso divertida, ibas a emprender un viaje sin retorno.

Hay personas que dejan mucha huella, y tú eres una de ellas, sin duda. Tu alegría y optimismo, tu manera de entender la vida, tu humor tan característico, tu capacidad de ver siempre la botella medio llena, tu autenticidad y tu amor incondicional a esa personita única y especial, todo el conjunto, hacen de tí un ser irremplazable.

Memento mori significa « Recuerda que morirás» —nos explicaste—. Y prefiero esta reflexión a la de Carpe diem «Aprovecha el momento», porque aunque ambas se refieren a la fugacidad de la vida, la primera es más seria, más real, más firme. Porque el Carpe diem es tomado a veces como una forma de diversión y de disfrute más frívolo y, sin embargo, el Memento mori no da lugar a chanza —nos argumentaste, siempre con una sonrisa en tu cara.

Aquella fue nuestra última conversación que cerraste señalándonos el cuadro que preside vuestro salón, donde puede leerse en letras bien grandes: SER FELIZ NO ES UN ESTADO DE ÁNIMO, ES UNA DECISIÓN.

Y esa fue, es y será la mejor decisión que uno pueda tomar.

Hoy hace dos semanas que emprendiste un viaje, desconocido a día de hoy, pero sobre el que hemos divagado muchas veces. Yo siempre fantaseo con la idea de que todos nos vamos a encontrar en el universo, donde cada uno de nosotros será una estrella brillante que formará parte de un firmamento luminoso. Por eso cada noche miro al cielo y os busco en él, a vosotros, a mis seres queridos.

Amigo, jamás olvidaré nuestras conversaciones sobre libros, series, temas surrealistas y de la vida en general. Pero lo que recordaré siempre es tu risa y tu verdad.

Sé que este no es uno de mis mejores relatos a nivel literario, pero es de los más sentidos. Porque es el corazón el que habla y no encuentra las palabras. Es mi alma triste la que llora pero da gracias por haberte conocido. Es mi cabeza que no consigue entender pero se esfuerza en aceptar.

Este es un escrito dedicado a Inma e Iván con todo mi amor, en recuerdo de Manolo. Permaneceremos unidos, recordando y sonriendo.

A todas mis estrellas, que dibujáis un lienzo tan bonito, gracias por seguir ahí.

Carpe diem & Memento mori